Este trabajo lo componen muchos vectores: creatividad, racionalidad, dedicación, esfuerzo, curiosidad, compromiso, preocupación, ilusión, conocimiento, responsabilidad, dominio técnico, sumar, compartir, dirigir. Será que... amo lo que hago.

El éxito del equipo consiste en pensar en los demás. Los proyectos te van guiando, hay que seguirlos.

A menudo las circunstancias hacen que el trabajo sea intenso y duro, en el devenir de proyectar y construir. La virtud de esta profesión es que al final la edificación que surge es real y tangible, disfrutada y valorada por los usuarios. Ello genera un reconocimiento hacia el trabajo bien hecho que suele derivar en amistad, compensando todos los esfuerzos.

Para mí este trabajo, mi trabajo, es creación, ilusión, conocimiento y entrega, además de alegría, compañerismo y diversión. Es mi entusiasmo, mi identidad.

Como el recién nacido, el proyecto genera una gran ilusión. Tras las primeras dificultades, un trabajo eficaz y con su resolución, la pasión.

Una vez que tomas contacto con la Arquitectura, te atrapa, se convierte en tu forma de vida. Y gracias a ella, cambia el modo de percibir lo que te rodea: las calles, los edificios, sus materiales...marcando un antes y un después.